¿Extroversión o introversión?

Todos nos hemos topado con gente con la que nos entendemos perfectamente, con la que resulta fácil ponernos de acuerdo y otras con las que la relación es desgastante y que pareciera que hablamos idiomas distintos y con motivos suficientes decimos que cada cabeza es un mundo. Cuando no sabemos identificar y comprender nuestras diferencias es fácil que una relación se deteriore y que suponga un verdadero obstáculo para avanzar en las metas planteadas, pero ¿en qué cambiaría el panorama si comprendiendo las diferencias que tienen dos personas, pasaran de la confrontación a la complementariedad y reconociendo las fortalezas que cada uno tiene, se apoyaran en ellas para potencializar un proyecto. 

Como te darás cuenta este es un tema aplicable tanto al ámbito laboral, como al familiar y al conyugal. ¡Cuántas discusiones, desgaste emocional y pérdidas de tiempo se evitarían!

Tal vez te ha pasado con tu marido o tu mujer, o con alguien más, que es opuesto a ti en tu forma de descansar o de relajarte. Hay quienes disfrutan platicando o socializando, yendo a fiestas o reuniones y otros que hacer eso los drena totalmente y les agota y prefieren quedarse solos en casa o platicar con una sola persona. Hay quienes el miércoles prefieren tener perfectamente planeado qué harán el sábado y domingo y otros que prefieren decidirlo en el momento. Cuando estas diferencias no se identifican pueden ser motivo de continuos conflictos.

Hoy te quiero compartir uno de los aprendizajes más valiosos que he tenido en mi vida. Sucedió el verano pasado en la ciudad de México en donde tuve la oportunidad de certificarme en el indicador de tipos de personalidad Myers-Briggs, mejor conocido como MBTI.  Siendo honesta, antes no había escuchado hablar de eso, sin embargo es una herramienta que se emplea en todo el mundo desde hace más de 70 años y lo usa el 88% de las 100 principales empresas públicas y privadas de Estados Unidos, ¡por algo será! 

El MBTI es una herramienta basada en la Teoría de tipos de personalidad del psiquiatra suizo Carl. Jung y en el trabajo de Isabel Myers y Katharine Briggs que desarrollaron el instrumento como lo tenemos ahora.

Lo primero a decir es que el MBTI permite identificar las preferencias innatas de las personas con respecto a 4 dicotomías o pares de opuestos, 2 de ellos tienen relación con procesos mentales y los otros 2 tienen relación con actitudes. A cada uno de esos opuestos se le asigna una letra y al final 4 letras conforman tu tipo de personalidad obteniendo hasta 16 tipos de personalidad diferentes obtenidas de todas las mezclas posibles de estas letras. 

Los 4 pares de opuestos son:

  1. Extroversión e Introversión que se refiere a tu mundo favorito
  2. Sensación e Intuición que es el tipo de información en la que confías
  3. Pensamiento y Sentimiento, con base en qué tomas decisiones y
  4. Juicio o percepción, cómo prefieres vivir tu vida.

No es un “yo soy” de tal manera sino un “yo prefiero”…

Cabe decir que todos tenemos de todas pero hay una de cada dicotomía en la que nos sentimos más a gusto, la que preferimos si las cosas sólo dependen de uno mismo y no afectan a nadie más.

A veces tu preferencia innata es una y debido al trabajo, la educación que has recibido u otros factores has desarrollado la contraria. 

Como es un tema que realmente me apasiona, para no alargarme tanto, en este episodio sólo hablaremos de la primer dicotomía y en episodios siguientes abordaremos los demás, así que no te pierdas las siguientes entregas.

La primer dicotomía se refiere a tu mundo favorito,   ¿De dónde proviene tu energía? ¿dónde te recargas mentalmente y hacia a dónde orientas tu atención? ¿Del mundo exterior o interior? Esto se conoce como Extroversión a la que se le asigna la E o Introversión  y se le asigna una I. Ojo con esto. la introversión no tiene nada que ver con timidez, ni extroversión con buscar el reflector.

Las personas que prefieren extroversión tienden a ser sociables y expresivas, están orientadas a la acción, a las personas, prefieren la comunicación hablada, cara a cara. Aprenden mejor haciendo o intercambiando puntos de vista. Suelen tener intereses amplios, les gusta pertenecer a distintos grupos o asociaciones y tomar la iniciativa en el trabajo y en las relaciones. Obtienen energía de la interacción con otras personas y de la acción.

Las personas que prefieren introversión, prefieren centrarse en su propio mundo interior de las ideas y las experiencias. Dirigen la energía hacia adentro y obtienen energía al reflexionar sobre sus pensamientos, recuerdos y sentimientos.

Suelen retraerse al mundo interior, prefieren comunicarse por escrito, son privadas y reservadas. Aprenden mejor reflexionando, investigando por su cuenta, se centran profundamente en sus intereses y toman la iniciativa cuando la situación es un problema o cuando es algo muy importante para ellas.

En una junta de trabajo, las personas que prefieren extroversión suelen tomar o incluso arrebatar la palabra y expresar sus ideas e incluso debatir sin problema mientras que las que prefieren introversión pueden permanecer en silencio largos ratos. Es un error pensar que las que están calladas no saben del tema, no les interesa o no tienen nada que aportar. Aquí es donde es importante identificar quién es quién y sacar lo mejor de cada uno. Las personas que prefieren introversión por lo general piensan antes de hablar, mientras que los de extroversión piensan mientras hablan y no tienen reparo en cambiar de opinión sobre la marcha al obtener nueva información.

Esto se da en todas las edades.

En el caso de los niños y niñas en un salón de clases, quienes son extroversión suelen contestar en un promedio de 4 segundos las preguntas que la maestra hace, mientras los que prefieren introversión lo hacen en 8 segundos. Esta es la razón por la que terminan participando siempre los mismos. 

Ser consciente de esto fue mi primer descubrimiento con el MBTI.

En ese entonces yo que tengo preferencia extroversión, trabajaba con una persona de preferencia introversión, que para efectos de este podcast llamaré Carla que por fortuna también tomó la certificación al mismo tiempo que yo lo cuál nos permitió empezar a ser conscientes de nuestras diferencias, fortalezas y puntos ciegos y a encontrar el modo de sintonizar en el trabajo.

 Antes de entender las dicotomías no tenía idea de lo que pasaba con Carla, sólo veía que cuando le hacía una pregunta permanecía en silencio más tiempo del que yo calculaba. Yo pensaba que tal vez no me había escuchado, o no me quería contestar o que no estaba de humor, así que le hacía una pregunta distinta o se lo preguntaba de forma diferente. Eso a Carla le generaba estrés y terminaba contestando cualquier cosa. Después de estudiar el MBTI entendí que la gente con preferencia introversión requiere más tiempo para decir lo que piensa con respecto a un tema, y que prefiere gestionar una cosa y luego otra y al terminar otra y resulta contraproducente preguntarle de cinco temas a la vez. Así que empecé a aplicarlo, a darle tiempo y esperar la respuesta y fue fenomenal. Lo que Carla me contestaba ahora lo había considerado a fondo. Descubrí su gran inteligencia.

Antes del MBTI, en las juntas con el jefe era común llegar a la oficina, saludar y después de un ¿cómo van? yo la miraba, si no hablaba en 2 segundos que ya me habían parecido largos, yo tomaba la palabra y exponía el tema hasta al final, luego le preguntaba ¿algo más Carla? y sólo contestaba con un no. El jefe se había quedado sólo con mi versión, marcaba alguna pauta y fin de la reunión. A los 5 segundos de haber salido le preguntaba a Carla qué pensaba de lo que habíamos visto y otra vez silencio.

Después del MBTI, me hice el propósito de entrar a la junta y quedarme callada durante los primeros 10 segundos. Después del ¿cómo van? se hizo un silencio sepulcral. Yo me limité a sonreír y entonces Carla empezó a hablar y fue lo mejor que nos pudo pasar porque sus aportaciones enriquecieron la reunión. Yo de todas formas no me quedé sin decir lo que pensaba así que ahora el jefe tenía la visión de ambas. Al salir de la reunión, como siempre mi extroversión quiso procesar la información rebotando ideas pero ya había aprendido que era mejor esperar así que me abstuve de preguntar y me puse en silencio a trabajar. Pasados 15 minutos, Carla dijo, “ya estoy lista” y entonces pudimos intercambiar puntos de vista y concretar el siguiente plan de acción y fue espectacular.  Esto se convirtió en nuestra nueva forma de trabajo y comenzamos a ser más productivas.

Alguna vez mientras yo estaba concentrada estudiando algún asunto, Carla quería compartirme alguna nueva información y sólo dijo  “cuando tenga tu atención me dices”. Entendí que eso era precisamente lo que ella prefería que yo hiciera en la situación inversa y no que la interrumpiera con cada cosa que pasaba por mi mente y que  yo quería comentarle en el momento que sucedía, así que la frase se convirtió en nuestro pan de cada día y nos hicimos muy respetuosas del tiempo y  la concentración de cada una. Decir cuando tenga tu atención me dices, no implicaba que la otra atendiera inmediatamente. Realmente había una disposición de espera para una posterior escucha activa. También esto contribuyó a que fuéramos obteniendo nuevos logros.

Las personas que prefieren introversión suelen disfrutar de forma especial el silencio y la soledad, en cambio el ruido o las multitudes les cansan. En cambio quienes prefieren extroversión, pueden también disfrutar el silencio pero llega un punto en el que les hace falta ver caras, saludar personas, socializar un poco. Es interesante preguntar a los colaboradores cómo sería su lugar ideal para trabajar y hacer las adecuaciones que sean viables.

Los días de quincena, durante todo el día, cientos de personas iban por sus recibos de nómina a unos metros de nuestros escritorios.  Podían pasar las horas y con el ruido no lográbamos avanzar nada en nuestras tareas, además Carla terminaba enjaquecada, así que cuando llegaban esos días, mejor tomábamos la laptop y nos íbamos a un rincón de cualquier otro piso del edificio a continuar. 

Con el tiempo nos reubicaron a una oficina privada. Era en un piso silencioso, prácticamente no había gente en los pasillos. Carla, introversión, llegaba ahora más contenta a trabajar. Era algo que había estado deseando. Podía estar feliz, toda la jornada encerrada en el mismo lugar. Yo, extroversión, en el fondo extrañaba el contacto con más gente. Lo bueno era que nuestro trabajo implicaba también tener sesiones con relativa frecuencia con las distintas áreas de la organización a las que precisamente estábamos dándoles a conocer el MBTI.

No es mejor ni peor tener preferencia por uno o por otro. Cada tipo de personalidad tiene fortalezas y puntos ciegos. Cuando los conoces y te lo propones, puedes desarrollar aquello de lo que careces.

El MBTI no mide qué tan bueno eres usando una de tus preferencias o cuán desarrollada la tienes y no hay dos personas iguales aunque tengan el mismo tipo de personalidad aunque ciertamente esas dos personas tienen mucho más en común en su forma de pensar y de actuar que la que tienen con personas de otro tipo. 

A lo que voy con todo esto es a destacar la importancia y la repercusión que tiene el autoconocimiento y el conocimiento de las personalidades de nuestros colegas y de nuestros familiares, cónyuge, padres, hermanos, hijos, si queremos enriquecer nuestros proyectos, tener buenos resultados, ser más productivos  y mejorar las relaciones humanas evitando discusiones y malos entendidos necesitamos hacerlo.

 ¿Ya identificaste cuál es tu preferencia introversión o extroversión?

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