En un mundo cada vez más consciente de la diversidad, el lenguaje ha comenzado a ocupar un lugar central en los debates sobre inclusión y equidad. El modo en que nos comunicamos refleja, reproduce y también puede transformar las estructuras sociales existentes. En el contexto organizacional, el uso del lenguaje inclusivo se ha convertido en una herramienta poderosa para fomentar entornos más respetuosos, diversos y colaborativos. Pero, ¿qué es exactamente el lenguaje inclusivo? ¿Y cómo puede influir en la cultura de una empresa?
¿Qué entendemos por lenguaje inclusivo?
El lenguaje inclusivo se refiere al uso de palabras y expresiones que buscan representar de forma equitativa a todas las personas, sin sesgos de género, orientación sexual, identidad de género, edad, condición física, raza, etnia o cualquier otra característica que históricamente haya sido excluida o marginada en la comunicación cotidiana.
En su forma más común, el lenguaje inclusivo se asocia con la superación del uso del masculino genérico en el idioma, como por ejemplo, reemplazar “los trabajadores” por “el personal”, “las personas que trabajan” o utilizar dobletes como “las y los trabajadores”. También se han popularizado fórmulas como la “e” (todes), la “x” (todxs) o el uso de símbolos como “@”, aunque estos últimos presentan desafíos de lectura y accesibilidad.
No obstante, el lenguaje inclusivo va más allá del género. También promueve evitar términos que perpetúan estigmas hacia personas con discapacidad (como “discapacitado” en lugar de “persona con discapacidad”), o expresiones que normalizan prejuicios raciales, etarios o sociales. El objetivo final es lograr una comunicación que no excluya ni jerarquice a ningún grupo humano.
¿Por qué importa en las organizaciones?
La cultura organizacional es el conjunto de valores, normas, comportamientos y formas de interacción que caracterizan a una empresa. Esta cultura se expresa, entre otros medios, a través del lenguaje. Lo que decimos —y cómo lo decimos— puede reforzar culturas autoritarias, discriminatorias o excluyentes, o bien, puede contribuir a crear ambientes más inclusivos y equitativos.
A continuación, exploramos algunas formas en que el lenguaje inclusivo impacta directamente en la cultura organizacional:
1. Promueve la inclusión y el sentido de pertenencia
Cuando las personas se sienten nombradas, representadas y respetadas en la forma en que se comunica su entorno laboral, se genera un mayor sentido de pertenencia. Esto es especialmente importante para empleados de grupos históricamente subrepresentados, como mujeres, personas LGBTQ+, personas con discapacidad o comunidades étnicamente diversas. Incluirlos en el lenguaje es una forma concreta de decir: “aquí también tienes un lugar”.
2. Mejora el clima laboral y la convivencia
El respeto comienza en las palabras. Un lenguaje que evita estereotipos, expresiones ofensivas o sesgos inconscientes contribuye a un ambiente más cordial y colaborativo. Esto se traduce en una mejora en el clima laboral, menor rotación de personal y mayor compromiso organizacional. Los equipos que se sienten escuchados y valorados suelen trabajar mejor juntos.
3. Refuerza los valores de la organización
Muchas empresas modernas incluyen en sus declaraciones de misión o valores corporativos principios como la equidad, la diversidad o la responsabilidad social. Sin embargo, estos principios deben reflejarse en la práctica cotidiana, y el lenguaje es una forma directa y concreta de hacerlo. Una empresa que habla con inclusión está alineando sus valores con su comunicación interna y externa.
4. Aumenta la competitividad y la atracción de talento
Las nuevas generaciones valoran profundamente la diversidad y la inclusión. Empresas que demuestran coherencia en estos aspectos no solo retienen mejor a sus talentos, sino que también se vuelven más atractivas para potenciales colaboradores. Además, en mercados globales y multiculturales, el lenguaje inclusivo mejora la capacidad de conectar con distintos públicos.
Principales desafíos en su implementación
Adoptar lenguaje inclusivo no está exento de desafíos. Uno de los principales obstáculos es la resistencia al cambio. Muchas personas consideran que estas formas de hablar son innecesarias, complicadas o contrarias a las reglas del idioma. Otras temen que sea una imposición ideológica o que afecte la claridad del mensaje.
Para superar estas barreras, es clave fomentar una cultura del diálogo y la sensibilización. El lenguaje inclusivo no debe imponerse, sino promoverse a través de la educación, la empatía y la apertura al cambio. La implementación debe ser gradual y adaptada a la realidad de cada organización.
Además, algunas formas de lenguaje inclusivo —como el uso de la “e” o la “x”— presentan desafíos técnicos y de accesibilidad. Por ejemplo, los lectores de pantalla utilizados por personas con discapacidad visual no interpretan correctamente estos símbolos. Por ello, se recomienda priorizar fórmulas inclusivas claras, comprensibles y accesibles para todos los públicos.
Estrategias para una comunicación inclusiva en las empresas
- Capacitación continua: Brindar talleres o sesiones formativas sobre diversidad, comunicación inclusiva y sesgos lingüísticos.
- Desarrollo de guías internas: Crear manuales de estilo con recomendaciones adaptadas al lenguaje y cultura de la organización.
- Revisión de comunicaciones oficiales: Asegurarse de que los documentos institucionales, correos, manuales y otros materiales reflejen un lenguaje inclusivo.
- Liderazgo con el ejemplo: Que los líderes y directivos adopten prácticas inclusivas en sus discursos y comunicaciones refuerza su legitimidad.
- Fomentar la participación: Escuchar a los equipos sobre cómo se sienten respecto al lenguaje y brindar espacios para sugerencias y mejoras.
El lenguaje inclusivo no es solo una cuestión de corrección política ni una tendencia pasajera. Se trata de una herramienta fundamental para construir espacios laborales más humanos, respetuosos y representativos. Su adopción, aunque desafiante, puede tener un impacto profundo y positivo en la cultura organizacional, favoreciendo el desarrollo de equipos más diversos, motivados y comprometidos.
Incluir a todas las personas en nuestras palabras es el primer paso para incluirlas también en nuestras acciones.

