Gobernarse a sí mismo, ¿realidad o fantasía?

Hay quienes creen que tienen perfecto control y dominio de su entorno. Pretenden dirigir a otras personas y organizar el mundo y no son capaces de dominarse a sí mismos.

Hoy te hablaré del autodominio, también llamado autogobierno. Ese control que tú ejerces sobre tí mismo, sobre tus pensamientos, emociones y acciones.

Ahora no se trata de nadie más, sólo de tí. Un buen líder empieza por liderarse a sí mismo, desde su núcleo interior. 

Carlos lidera un equipo de trabajo. El martes pasado, Carlos se acercó al escritorio de Andrés, uno de sus colaboradores, y le pidió, de buen modo, que elaborara un reporte de las actividades del mes anterior y se lo entregara al día siguiente.

Andrés estaba ocupado sacando otro pendiente que a su juicio le parecía más importante y urgente. Hacer lo que Carlos le pedía le llevaría mucho tiempo y no podría terminar lo primero, así que sin apartar la vista de su computadora, Andrés le contestó a Carlos: “No lo voy a poder tener listo, estoy terminando de preparar esta otra información y me llevará todo el día.”

A Carlos esa negativa y el que Andrés no suspendiera su actividad y le mirara para contestarle, le hizo concluir de forma inmediata, que Andrés estaba siendo altanero con él, que estaba retando su autoridad y que lo estaba ninguneando frente a otro colaborador que se encontraba cerca. 

En cuestión de milésimas de segundo a Carlos le hervía la sangre por dentro, se notaba en lo colorado que estaba ya. La quijada apretada y las facciones endurecidas de su rostro mostraban que sentía coraje. 

Desde su personal interpretación de los hechos era necesario dejarle claro a Andrés quién era el que mandaba ahí y alzando la voz le respondió: “Aquí no vienes a hacer lo que te dé la gana. Quiero el reporte mañana”. Se dio la vuelta y se fue.

A Andrés esa respuesta le hizo considerar que su jefe era un hombre intempestivo, visceral, arrogante, inseguro, que quería hacer valer su autoridad por la fuerza. Andrés hubiera esperado que Carlos entendiera la razón por la cual era prioritario terminar lo que estaba haciendo y redefinieran en conjunto la fecha de entrega de aquel reporte, pero fue todo tan inmediato que no hubo tiempo de más.

Mientras, Carlos, ya en su oficina se encontraba molesto, pero ahora estaba molesto consigo mismo, y pensaba: ¡Qué me pasó! ¡Pero si no era para tanto! el reporte que le pedí, en realidad no urge. No le pregunté a Andrés qué era eso en lo que estaba trabajando. Y continuaba Carlos discurriendo: Bueno pero de todas formas, Andrés está mal, no es la primera vez que contesta así y yo tengo que ponerlo en su lugar.

Lo que Carlos no alcanzó a ver es que tampoco era la primera vez que a él le ganaba la pasión del momento y se enfurecía en segundos dando respuestas arbitrarias, sin ningún fundamento, y cortaba de tajo la comunicación.

¿Te ha sucedido algo parecido con colaboradores, socios,  jefes o incluso con tus hijos?

La mayoría de las personas se consideran dueñas de su actuar, creen que realmente tienen el poder de tomar sus propias decisiones. Sin embargo, en muchas de esas ocasiones se trata de una mera fantasía, como le sucedía a Carlos. Y no se dominan a sí mismos porque ni siquiera son conscientes de su estado de ánimo o de qué cambios fisiológicos está experimentando su organismo en medio de una situación determinada.

El autogobierno resulta atractivo y a la vez supone un gran desafío. 

En este episodio te voy a decir 3 pasos que puedes dar para el autogobierno.

El primero es identificar tus emociones. Necesitas autoconocimiento emocional, aprender a descubrir qué sentimientos te generan las distintas situaciones y personas. Sólo así podrás gestionarlas adecuadamente. 

Siempre estamos sintiendo algo pero muchas veces no le ponemos atención o no sabemos nombrarlo. Si yo te pregunto ¿qué sientes en este momento? y contestas nada, es un síntoma de esa falta de consciencia.

En internet hay páginas con largas listas de sentimientos distintos. Conocerlos puede ayudarte a nombrarlos y a su vez abordarlos. Puedes sentirte molesto pero tu forma de actuar al respecto será distinto si identificas que tu molestia es causada por una desilusión a que si es causada por miedo. 

Hay sentimientos positivos y negativos. Que sientas alguno de ellos no es ni bueno ni malo. Los sentimientos surgen a pesar de ti. Lo que sí resultará bueno o malo es lo que hagas con ellos.

Hay quienes piensan equivocadamente que ser auténtico equivale a ser espontáneo y dan rienda suelta a sentimientos y emociones sin filtro. No piensan en las consecuencias en el corto, mediano y largo plazo, o les tienen sin cuidado.

Eso,  es un grave error. Autenticidad y espontaneidad no son lo mismo. 

Espontáneos son los animales, no piensan, sólo se dejan llevar por lo que sienten. Las personas, en cambio, tenemos la capacidad de practicar la autorreflexión que es una herramienta esencial en el crecimiento personal

y este es precisamente el paso #2 para el autogobierno.

 Como ser racional y libre además de darte cuenta de qué es lo que estás experimentando, puedes decidir cómo quieres responder a ello. 

Nunca, nunca, nunca estás determinado a contestar de una cierta manera ante un estímulo. Siempre tienes libertad interior.

Frases como: “me hiciste enojar y por eso actué así” o “te dije eso porque tú me provocaste”,  intentan culpabilizar a alguien más de una reacción que es absolutamente tuya, tú eres el único responsable de lo que piensas, dices y haces. Ese es tu territorio. Son tus dominios. Es tu campo de acción. Eres el dueño y señor, o la dueña y señora, de lo que ahí y desde ahí suceda.

Si has jugado beisbol, volibol, o tenis sabrás que una cosa es como te llega la bola y otra distinta es cómo tú la contestas. La respuesta que das a las emociones que sientes, igual que sucede con la bola, sólo depende de ti.

Y por cierto, hablando de tenis. Hace unos días, uno de los mejores tenistas del mundo, el gran Novak Djokovic,  después de una racha de 26 victorias seguidas en distintos campeonatos, fue eliminado del Abierto de Estados Unidos debido a la consecuencia que tuvo la forma en que reaccionó al perder un saque en el partido de octavos de final. Él solamente pretendía descargar el enojo golpeando una pelota contra la pared, y no vió que había una persona ahí. Darle con la pelota en el cuello a la juez de línea no fue intencional pero no por eso le perdonaron la descalificación atribuida a una conducta antideportiva perdiendo así todos los puntos obtenidos en la competencia además de imponerle una considerable multa económica.

La declaración posterior de Djokovic me conmovió y edificó y por eso ahora te la comparto. Dijo Novak:

“En cuanto a la descalificación, necesito volver a mi interior y trabajar en mi decepción y convertir todo esto en una lección para mi crecimiento y evolución como jugador y ser humano. Pido disculpas al torneo @usopen y a todos los asociados por mi comportamiento. Estoy muy agradecido con mi equipo y mi familia por ser mi gran apoyo, y con mis fanáticos por estar siempre conmigo. Gracias y lo siento mucho”.

¡Qué categoría de hombre, que acepta y reconoce públicamente, con dolor pero con una gran humildad, su error y lo aprovecha para crecer!. wow!

Llegamos así al tercer paso del autogobierno. 

Después del autoconocimiento emocional y de la autorreflexión, sigue la autorregulación. Encausar la emoción, reorientarla, darle una salida elegante, educada, cultivada, humana y no espontánea, irracional, ni animal.

No se trata de reprimir lo que sientes, sino de encausarlo de una forma inteligente. 

Tanto si nos encontramos demasiado alegres y excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las decisiones que tomemos estarán mediadas por la poca racionalidad. Si estás enojado muchas veces será preferible que no digas nada en ese momento. Lo mejor será esperar unas horas, o días, hasta que recuperes un estado mental relajado y sereno, con el que será más objetivo valorar la situación y tomar decisiones racionales.

Lo que tú digas airado, como en el caso de Carlos, puede no ser en verdad lo que piensas o lo que quisieras decir. Puede ser sólo orgullo y con esa reacción puedes herir a alguien que valoras o incluso que amas, si es el caso de algún familiar. Las palabras pronunciadas no las podrás borrar de la mente de otro, jamás.

La templanza, el autogobierno o dominio de sí, es el secreto de la inteligencia emocional de la que tanto se ha escrito, y como todas las virtudes, se adquiere a base de práctica.

Como podrás constatar, el dominio de ti mismo es inseparable de la humildad. En contraparte, el orgullo y la soberbia -el amor propio-, te harán creer que eres tonto o débil si dejas “ganar” a alguien más. Te susurrarán al oído, como a Carlos, que debes hacerle ver a los demás quién eres y que nadie está “por encima” de tí. Esto no es más que un espejismo de liderazgo. El verdadero líder está al servicio de los demás y pone a las personas en el centro de su actuar; esto manifiesta madurez, autocontrol y verdadera libertad.

Si quieres ser el protagonista de tu historia, vivir tu vida en plenitud y saber dirigir a otros, debes aprender antes a dirigirte a tí mismo canalizando tus emociones hacia la realización de tu misión. 

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